Félix Ángel Moreno Ruiz

lunes, 27 de abril de 2015

UN HOMBRE ACABADO de Giovanni Papini

A CONTRACORRIENTE


Giovanni Papini (Florencia, 1881-1956) está considerado como uno de los grandes escritores italianos de la primera mitad del siglo XX. Autor de obras fundamentales del pensamiento europeo como Gog e Historia de Cristo, su vida estuvo marcada por la controvertida amistad que mantuvo con Mussolini o su conversión al catolicismo en plena madurez después de haber profesado un ardiente y combativo ateísmo. Ahora la editorial Cálamo acaba de publicar Un hombre acabado, considerada por gran parte de la crítica como su obra maestra. Escrita en 1913, en forma de autobiografía novelada, está dividida en seis partes, que tienen como título el nombre de un movimiento musical: andante, appassionato, tempestoso, solenne, lentissimo y allegretto. En ellas, el autor realiza un recorrido por su vida, desde la infancia hasta el momento en que escribe la obra, con treinta y dos años, y es ya un escritor famoso y reputado. Sin tapujos, haciendo uso de un osado alarde de sinceridad y de autocrítica, desgrana sus vivencias y la visión que tiene de su existencia en todos los aspectos: el familiar, el amoroso, el ideológico, el religioso, el literario y, sobre todo, el intelectual. En este recorrido, el personaje Giovanni no sale muy bien parado: a lo largo de las páginas, va revelando experiencias que nos muestran a un ser infeliz desde la cuna (“Jamás he sido niño. No he tenido infancia”), contradictorio (“soy el hombre del no y de la contracorriente”) y misántropo (“el convencimiento profundo de que los hombres son canallas cuando no son imbéciles”). Dotado de una capacidad innata para la sátira (“hasta quienes nada tienen tienen ingenio. Hasta los políticos…”), dueño, a veces, de una personalidad megalómana (“He nacido con la enfermedad de la grandeza”) y, otras, dado al pesimismo y a la depresión (“Todo había acabado. Comenzaba de nuevo el mediocre, el bajo el vil”), lo que más destaca en Papini es su capacidad innata para aprender y para interesarse por todo lo que lo rodea (“me salvó de esta soledad sin luz la obsesión de saber”), que se manifestó en la infancia cuando, hijo de una familia numerosa de origen humilde, devoraba los escasos libros que había en casa. Pero este apetito insaciable por conocer, por emprender titánicas empresas ―que le llevó, siendo joven, a comenzar una historia de la literatura comparada o una edición crítica y comentada de la Biblia―, sucumbía al desánimo cuando se veía incapaz de lograr su propósito o cuando consideraba que no aportaría nada relevante a la humanidad. Giovanni Papini encarna, de esta forma, al intelectual siempre vigilante, siempre crítico, siempre insatisfecho, que busca en la contradicción la esencia de su pensamiento y que en Un hombre acabado se manifiesta en su estado más puro.

domingo, 26 de abril de 2015

EL MISTERIO DE LA MOSCA DORADA de Edmund Crispin

CRIMEN Y MISTERIO EN OXFORD


Edmund Crispin, escritor inglés y uno de los más singulares cultivadores del género policíaco del siglo XX, está de moda en España gracias a la editorial Impedimenta, que está llevando a cabo una labor encomiable con la publicación de parte de su obra. La edición, muy cuidada y con la excelente traducción de José C. Valdés ―que ha sabido trasladar al castellano con gran acierto las peculiaridades estilísticas del autor―, arrancó en 2011 con su novela más famosa, La juguetería errante, a la que siguieron El canto del cisne (2012) y Trabajos de amor ensangrentados (2014). La última, El misterio de la mosca dorada, acaba de ver la luz este año.
Nacido en Buckinghamshire en 1921, con el nombre de Robert Bruce Montgomery ―tomó el pseudónimo de un personaje de la novela ¡Hamlet, venganza! de Michael Innes―, estudió en Oxford, donde se licenció en lenguas modernas, y donde posteriormente fue organista y maestro de coro durante varios años. En 1944 inició la producción de su obra, formada por nueve novelas y dos colecciones de cuentos, toda de temática policíaca y protagonizada por Gervase Fen, un distraído y algo excéntrico profesor de Lengua y Literatura inglesas en el ficticio St. Christopher’s Collage de Oxford, que dedica su tiempo libre a desvelar misterios que suceden a su alrededor con especial predilección por los asesinatos. Aunque Crispin dejó de escribir narrativa a partir de los años cincuenta, debido a su severa adicción al alcohol, continuó realizando crítica literaria hasta su muerte en 1978.
El misterio de la mosca dorada, publicada en 1944, es, cronológicamente, la primera novela y, por tanto, inicia la saga de su peculiar detective. En ella están presentes todos los rasgos que caracterizan la concepción que del género policíaco tenía su autor y que luego se acentuarán y repetirán en las entregas posteriores. Se trata de un típico ejemplo de “crimen imposible”, que hacía las delicias de los lectores aficionados a la novela policíaca de entreguerras, y cuyo máximo exponente es el norteamericano John Dickson Carr, al que Crispin admiraba: Yseut, una joven actriz que no despierta muchas simpatías entre sus compañeros, aparece muerta en la habitación de un hotel y todo parece indicar que se trata de un suicidio. Sin embargo, Fen, que se encuentra presente en el lugar cuando acontecen los hechos, concluye que es un crimen y de inmediato comienza a investigar. A través de las entrevistas con los distintos sospechosos, descubre que todos ellos tienen motivos para matarla y que ninguno posee una coartada suficientemente sólida para ser descartado. La trama se complica cuando hay otro asesinato, lo que le indica al detective que se está acercando peligrosamente a la verdad. Finalmente, el protagonista desvela, en un gran juego de artificio y delante de todos los implicados, quién es el culpable.
Sin embargo, El misterio de la mosca dorada es mucho más que una aceptable novela que sigue, punto por punto, los esquemas del género policíaco clásico del que Edmund Crispin demuestra ser un consumado maestro, sobre todo de las prolepsis con las que anticipa parte de la trama para despertar la atención del lector. Escritor culto y dotado de una sólida formación clásica, sentía pasión por el misterio, pero, al mismo tiempo, era consciente de que se trataba de un género menor, por lo que estaba empeñado en dignificarlo y en darle mayor categoría intelectual, de ahí que utilizara un estilo trabajado que no hacía concesiones al lector medio. En sus páginas, son frecuentes las descripciones minuciosas ―magnífica y esperpéntica es, por ejemplo, la llegada del tren a la estación de Oxford en las primeras páginas del libro―, los recursos retóricos ―en especial, la ironía―, el análisis pormenorizado de los personajes y las digresiones. Aprovechando que los sospechosos están vinculados al teatro, el autor lleva a cabo un retrato de su mundo: los ensayos, los escenarios, la tramoya y, sobre todo, sus miserias. Así, alguien le pregunta sorprendido a Yseut si en el teatro se tiene que “utilizar el sexo para conseguir trabajos”, a lo que ella le responde con naturalidad que no supondrá que “la gente consigue los papeles por su capacidad interpretativa”.

     Pero, sin duda alguna, lo que destaca en la novela son sus abrumadoras y constantes referencias literarias, lo que la convierte en un continuo y, en ocasiones, difícil juego metaliterario. Es frecuente encontrar a un personaje con un libro entre las manos ―una obra satírica del siglo XVIII, por ejemplo― o manteniendo una sesuda conversación sobre Shakespeare. Por sus páginas se pasean John Dickson Carr, Lewis Carroll, Charles Churchill, Horacio, Wyndham Lewis, Charles Williams, Henry Constable, Pierre Corneille, William Dunbar y un largo etcétera de escritores de todos los estilos y épocas. Si a ello añadimos el humor ―a veces socarrón, a veces lacerante― que impregna todo la obra, llegamos a la conclusión de que Edmund Crispin representa una rara avis dentro de la época dorada de la novela policíaca clásica que merece ser rescatada del olvido.

domingo, 12 de abril de 2015

LA PROVOCACIÓN de Ismaíl Kadaré

EN DEFENSA DE LA LIBERTAD


Alianza Editorial acaba de publicar La provocación, el último libro del poeta, ensayista y narrador Ismaíl Kadaré (Gjirokastër, 1936), premio Príncipe de Asturias de las Letras 2009 y el autor albanés contemporáneo con más proyección internacional. Se trata de once relatos escritos en distintas fechas (algunos, como En tierra desconocida, que cierra la antología, pertenecen a la etapa juvenil y otros son recientes como Conversación sobre brillantes en una tarde de diciembre), por lo que el libro es un excelente muestrario de su particular estilo (la utilización de la ironía, del simbolismo y de la parábola como técnicas para eludir la severa censura de su país natal) y de los temas que están presentes de forma obsesiva en su obra (las reflexiones metaliterarias sobre la mitología grecolatina y sobre escritores clásicos como Shakespeare, la defensa de la libertad de pensamiento frente a la censura, la crítica al totalitarismo, el recuerdo de los años sufridos bajo el yugo del régimen comunista de Albania). Aunque algunos relatos fueron publicados con anterioridad de forma independiente (es el caso de La provocación, que da título al libro) o formando parte de novelas más extensas, siete son inéditos en España, lo que supone un aliciente más para leer de nuevo o para acercase por primera vez a este clásico de la literatura universal.