Félix Ángel Moreno Ruiz

lunes, 28 de marzo de 2022

LA MUERTE ES MI OFICIO de Robert Merle

DE PROFESIÓN, ASESINO


Cuando en 1952 el escritor francés Robert Merle (Tébessa, 1908 – París, 2004) publicó La muerte es mi oficio, era ya un novelista consagrado, que había obtenido el prestigioso premio Goncourt unos años antes con su primera novela, Un fin de semana en Zuydcoote, que reflexionaba sobre el absurdo de la guerra. En el prefacio a la edición en francés de 1972, Merle reconocía que “era plenamente consciente de lo que hacía: escribía un libro a contracorriente” porque, después de la conmoción que supuso el descubrimiento de los campos de concentración nazis, la urgencia de la reconstrucción de una Europa devastada por la guerra y el deseo de pasar página arrinconaron en el olvido una literatura que pretendía ahondar en el conocimiento del holocausto judío y del exterminio sistemático de numerosos grupos étnicos, clasificados por Hitler y sus secuaces como inferiores. No fue hasta la década de los años setenta del pasado siglo cuando se produjo un nuevo acercamiento a la cuestión de la solución final, bien desde un revisionismo negacionista, bien desde una objetividad científica que sacaría a la luz todo el horror que el ser humano puede ser capaz de crear si se dan las circunstancias favorables para ello. Y fue a partir de aquella década cuando La muerte es mi oficio se convirtió en un libro indispensable para intentar comprender qué pasa por la mente de un monstruo como Rudolf Lang, trasunto literario del teniente coronel Rudolf Höss, comandante y máximo responsable de Auschwitz, el mayor campo de concentración que los nazis instalaron en Polonia, donde fueron exterminados, según sus propios cálculos, dos millones y medio de personas, desde su fundación en mayo de 1940 hasta su liberación por las tropas rusas en enero de 1945. Pero ¿quién era realmente Rudolf Höss? A partir de las confesiones que el propio comandante hizo a un psicólogo norteamericano que lo entrevistó cuando estaba detenido y de los documentos que se recopilaron en el proceso de Nuremberg, Merle recrea su vida desde su infancia hasta el momento en que espera su ajusticiamiento tras el juicio que lo condenó a morir en la horca en el mismo campo de concentración que había gobernado con puño de hierro durante la guerra. A lo largo de las más de trescientas páginas que tiene la edición de Sexto Piso, vamos conociendo en profundidad a este hombre taciturno y tímido, espartano en las costumbres y dotado especialmente para la logística y la organización, cualidades que fueron intuidas y apreciadas por Heinrich Himmler, el todopoderoso mariscal de las SS que lo convirtió en su hombre de confianza y en el máximo responsable de Auschwitz, donde llevó a cabo experimentos para mejorar la capacidad de eliminación masiva como la utilización del pesticida Zyclon-B en las cámaras de gas o la aplicación de los hornos crematorios para deshacerse de los cuerpos. Y en este estremecedor relato, en este descenso a unos infiernos que ni Dante había imaginado, sobrecoge comprobar cómo Höss era capaz de llevar una doble vida que le permitía ser un asesino despiadado en el campo de concentración y un cariñoso padre de familia cuando regresaba a casa, como si de un voluntarioso y obediente funcionario se tratase, tras una agotadora jornada laboral.

lunes, 14 de marzo de 2022

CUENTOS BASTARDOS

Generalmente, cuando me embarco en la aventura de escribir una novela, me dedico a ella durante un tiempo ─varios meses; a veces, uno año─ hasta que la tengo terminada. Luego el manuscrito queda en barbecho antes de iniciar el tedioso proceso de corrección; sin embargo, la gestación de Cuentos bastardos fue diferente, más parecida a como suele redactarse un libro de poemas. A partir de una premisa argumental y de ciertas cuestiones técnicas, que habrían de otorgar unidad al libro, inicié la escritura de una serie de cuentos breves cuya redacción se alargaría en el tiempo. Casi dos años transcurrieron entre el primer relato y el último porque no tenía previsto el argumento de cada uno desde el inicio ─como sí hago con las novelas─, sino que estos iban surgiendo en mi cabeza según los caprichos de las musas: había meses en que no escribía ninguno y semanas en las que se me ocurrían tres. 
Pero ¿cuál es el leitmotiv, el motor que da vida a todos los cuentos? Los últimos años del Franquismo y los primeros de la Transición engendraron citas que han quedado para la historia y una de ellas me ha llamado desde siempre la atención. Fue aquella que se le atribuye al dictador, quien, en el mensaje de fin del año 1969 ─yo contaba en ese momento con un escaso mes de vida─, dijo aquello de que «todo ha quedado atado y bien atado». 
Luego pasó lo que pasó. 
 
«La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida», cantaba Gato Pérez. 
Y es que es azarosa y poliédrica: ofrece mil caras y aristas. Cuando pensamos que lo tenemos todo atado y bien atado, que no queda ningún cabo suelto, surge algún imprevisto y… 
En Cuentos bastardos descubrirás que la vida nunca deja de sorprendernos. 
 
Estas palabras que acabas de leer fueron las que escribí para la contraportada del libro, que resumen de forma meridiana mis intenciones: contar una serie de desventuras en las que los personajes se llevan alguna que otra sorpresa desagradable al doblar la esquina.
¿Por qué precisamente Cuentos bastardos? Al principio, pensé en titularlo como uno de mis relatos preferidos, Perra vida, porque la vida no se porta, precisamente, de forma benévola con los protagonistas de estas historias, pero luego opté por utilizar la palabra «bastardos» con su doble significado: son cuentos que, siendo hijos míos, se salen de mi línea de creación habitual y ahondan en las miserias más vergonzantes de la condición humana: la corrupción, el nepotismo, la envidia, el abuso de poder, el insolidaridad, el egoísmo… Por las páginas del libro transitan asesinos despiadados, sátrapas, dictadores sanguinarios, terroristas sin escrúpulos, representantes del lumpen ─chorizos de tres al cuarto, sirleros, manguis de medio pelo, yonquis, quinquis─, pero también de las altas esferas y de las elites intelectuales ─en todos los grupos humanos cuecen habas─, que conforman mi particular historia de la infamia.
El libro está constituido por cincuenta y cinco relatos. Como ya he indicado anteriormente, los fui redactando a la manera en que suele hacerse un poemario: poco a poco, según iban surgiendo en mi imaginación. En un primer momento, pensé en escribir medio centenar, pero luego, cuando ya había enviado el manuscrito a la editorial La fuente vieja, sobrevinieron la pandemia y el confinamiento. Durante aquellos días aciagos, los seres humanos dimos sobradas muestras de lo mejor y también de lo peor. Inevitablemente, se me ocurrieron otros cinco cuentos más que añadí a los anteriores y que conforman el corpus definitivo. 
A pesar de tal cantidad de relatos, pienso que se trata de un libro que goza de una gran cohesión, que se la otorgan no solo la premisa argumental y el tipo de protagonista que aparece en ellos, sino también diversos aspectos formales y de estilo. 
Entre ellos, se encuentra la decisión de utilizar, como título, las últimas palabras de cada relato. Fui consciente de que podía incurrir en una especie de spoiler, pero consideré hacerlo así para generar en el lector unas expectativas que luego, si no acertaba el final, podían causarle mayor impresión. 
También hay un estilo intencionadamente sobrio y desnudo de artificio ─lo que no significa que las palabras no estén meditadas─ porque buscaba la agilidad narrativa, que el lector fuera llevado en volandas a un final impactante que lo noqueara en unos instantes. Esta agilidad intenté lograrla también utilizando la técnica del microrrelato. Salvo excepciones, los cuentos son muy breves ─unas cuantas líneas─ y dinámicos. 
Y, por último, está el humor, un humor ora sarcástico ora esperpéntico ora macabro, utilizado como una forma de distanciamiento ante los hechos narrados y que provoca en el lector un comportamiento paradójico: se escandaliza y anhela en su fuero interno ─esto me lo ha reconocido más de una persona que ha tenido a bien leerlos─ que le ocurra una desgracia al personaje en cuestión, es decir, se ríe con y de las desdichas ajenas. 
En fin, no sé si he logrado lo que pretendía ─como siempre, entretener; también, invitar a la reflexión─, pero sí puedo afirmar que lo he escrito en plena posesión de mis facultades literarias y, sobre todo, con honestidad intelectual.

TIEMPO SUCIO de Elio Quiroga

 FUTURO INCIERTO


Elio Quiroga es un autor polifacético (novelista, poeta, ensayista, director y guionista de cine) que acaba de alzarse con el IV Premio de novela Policía Nacional con Tiempo sucio, una distopía ambientada en un futuro posapocalíptico, en el que la humanidad superviviente ha conseguido unos altísimos niveles de bienestar gracias a los companions, una especie de guías espirituales que acompañan a cada individuo en el devenir de su existencia. Se trata de una sociedad altamente tecnificada, en la que el delito y el crimen ya no tienen razón de ser. Sin embargo, cuando se comete una serie de misteriosos asesinatos, Bea, una agente de policía atormentada por numerosos complejos y frustraciones, inicia una investigación que abrirá la caja de Pandora y una reacción en cadena que pondrá en evidencia que hasta las sociedades más idílicas tienen los pies de barro y cadáveres guardados en los armarios. Escrita con un estilo ágil y dinámico, pero no exento de reflexiones filosóficas, Tiempo sucio nos recuerda inevitablemente a clásicos del género como 1984 de George Orwell, Farenheit 451 de Ray Bradbury y Un mundo feliz de Aldous Huxley en el retrato de los personajes, en la sombría ambientación, y en la inquietante y desagradable sensación de que el futuro que nos depara a los seres humanos, lastrado por nuestro insaciable egoísmo, es la definitiva extinción.

LOS SUSURROS DE LAS ESTRELLAS de Naguib Mahfuz

 VIDA DE BARRIO


En 1994, el escritor egipcio Naguib Mahfuz, premio Nobel de Literatura, sufrió un salvaje atentado perpetrado por terroristas islámicos, que le provocó graves secuelas físicas y emocionales. Para ese mismo año, tenía previsto la publicación de un libro de relatos breves, titulado Los susurros de las estrellas, que, desgraciadamente, no vio la luz en vida del autor cairota y cuyo borrador quedó olvidado en un cajón de su casa en compañía de otros manuscritos. En 2018, casi un cuarto de siglo después, fue descubierto por el periodista Mohamed Shoair, quien tenía intención de escribir un ensayo sobre su novela más famosa, Hijos de nuestro barrio. Tras su publicación en inglés, Los susurros de las estrellas aparece ahora en España gracias a Alianza Editorial, que también nos obsequia, como epílogo, con el discurso que pronunció con motivo de la entrega del Premio Nobel en 1988. Quien sea un lector habitual del Naguib Mahfuz, encontrará en este conjunto de dieciocho cuentos breves lugares comunes en su narrativa de madurez: un estilo escueto y de aparente sencillez, alusiones y guiños a los cuentos tradicionales, el barrio popular como eje de la vida y del destino de los personajes, la presencia de fenómenos paranormales y el poderoso componente simbólico de gran parte de los relatos. Para el lector que se acerque por primera vez a su obra, es un libro apropiado para poder admirar su coherencia intelectual y su particular visión de la sociedad egipcia.