Félix Ángel Moreno Ruiz

lunes, 16 de diciembre de 2013

PAÑUELOS BAJO LA LLUVIA



                                              

Pañuelos bajo la lluvia es una tragedia que cumple con los preceptos clásicos. 
Hay en ella un acto violento, una manifestación de injusticia que destroza la vida de varios personajes y que traerá unas consecuencias en el futuro tanto para los culpables como para los inocentes, que se verán arrastrados por el río irrefrenable de la verdad. 
Hay también sublimación, encarnada en Inés, la heroína clásica, que dedicará toda su vida y sus empeños a saber la verdad de lo que le ocurrió a su familia y a buscar el paradero de su sobrina. 
Hay anagnórisis, reconocimiento: veinte años después de los crímenes, los culpables verán el rostro del ángel vengador y reconocerán en él su culpa; Inés descubrirá en el rostro de Julia a su hermana y a su cuñado; Julia descubrirá en el de Inés a sus verdaderos padres. 
Hay, por último, catarsis, purificación emocional del espectador, que asiste sobrecogido al acto de violencia inicial y luego, a la reparación de la justicia.

Formalmente, Pañuelos bajo la lluvia está dividida en dos actos y estos, a su vez, en cuadros. Los actos son diferentes técnicamente:
- El primero es más innovador pues el escenario aparece dividido en dos partes con una separación física entre ambas: en una se representa el salón de un humilde apartamento y en la otra el interior de varias dependencias de una comisaría. Los cuadros se van alternando en cada una de las partes. Predominan los contrastes de luz (el negro frente a la luz blanca, el juego de las sombras con la iluminación cenital), la sobriedad del escenario, los efectos de inmersión (el olor a carne quemada cuando los policías utilizan la picana) y los valores simbólicos. La alternancia entre los cuadros permite contrastar la angustia de Inés y de Lucía por la tardanza de Carlos, y lo que realmente le está ocurriendo a este.
- El segundo acto ocurre en un único escenario, el salón lujoso de una vivienda burguesa, e intencionadamente es más convencional. Aquí predominan los detalles en el atrezzo y el profuso mobiliario para mostrar un estado de opulencia, de bienestar social. Hay también un juego con las entradas y salidas a las distintas dependencias de la vivienda y a la calle que permite el reconocimiento paulatino de la verdad, el enfrentamiento de los personajes y la anagnórisis, que culmina en el cuadro final: la última cena.

La obra está cargada de simbolismo: 
-la lluvia que azota persistente en los dos actos, la lluvia que limpia las calles de suciedad, la lluvia que trae a la memoria de los personajes la tragedia pasada, la lluvia que anticipa la reparación de la justicia.
-Los pañuelos, con los que se protegen de la lluvia las dos mujeres indefensas, los pañuelos con los que buscan desesperadamente la verdad de lo que le ha pasado a Carlos, los pañuelos de las madres de mayo.
-El color negro, oscuro, insondable; el color blanco, hiriente y desgarrador en el primer acto.
-La silla vacía en la última cena del último cuadro, la silla que debe ocupar Julia en la mesa en la que están sentados los culpables, la silla que ya nunca jamás será ocupada. 

Pañuelos bajo la lluvia es una reflexión sobre la situación absurda, pero trágicamente verídica, en la que cualquier persona inocente puede verse involucrada cuando los representantes del estado abusan de su posición de poder. Pero también es un grito desesperado, un canto al derecho de cualquier ser humano a saber la verdad por muy dolorosa que esta sea.


EXCÉNTRICO de Juan Guerrero Sánchez

                                      EXCÉNTRICO, de Juan Guerrero Sánchez

ELOGIO DE LA LOCURA

Si en la obra de Erasmo de Rotterdam se hacía un elogio de las virtudes que podía atesorar la locura, en Excéntrico, primera novela del malagueño Juan Guerrero Sánchez, se nos presenta como la excusa perfecta para sondear los entresijos más inconfesables de la naturaleza humana. Situada en un extraño sanatorio mental, la obra nos ofrece las valoraciones que hace un psiquiatra de sus pacientes y los relatos que, a modo de catarsis, escriben tres de ellos (Daniel, Laura y Narcissus), a través de los cuales desvelan sus más oscuros anhelos y temores sobre el sexo, la soledad, la violencia y la muerte. Excéntrico es una novela poliédrica, de múltiples caras y aristas, con experimentaciones formales sorprendentes y repleta de exquisitas referencias culturales, cuyo inesperado desenlace guarda similitudes con La Fundación de Buero Vallejo. Con gran acierto, el autor utiliza el recurso del manuscrito encontrado para crear un aséptico distanciamiento con los personajes, quienes nos recuerdan constantemente lo dolorosa y absurda que puede llegar a ser la vida. Excéntrico es, en definitiva, una novela bien escrita, de múltiples lecturas, que se mira en el espejo de Rayuela (no en vano, Daniel, uno de los personajes, tiene el mismo apellido que el escritor argentino) y que nos revela a un narrador maduro y dueño de una voz propia.

martes, 10 de diciembre de 2013

ANDAR POR CASA de Rocío Peñalta Catalán


                                      


ORFEBRE DE LA PALABRA 

Leer Andar por casa, el primer libro de Rocío Peñalta Catalán (Málaga, 1983), supone todo un gozoso descubrimiento. Se trata de una obra heterogénea e inclasificable, en cuyas páginas el lector encuentra desde microrrelatos que apenas alcanzan las tres líneas a textos que tienen la categoría de cuentos, desde aforismos enigmáticos a hermosos ejemplos de prosa poética. Pero hay en todos ellos varios elementos comunes que le otorgan unidad: una sutil ironía, que comienza en el propio título, cargado de buenas y malas intenciones; un acertado uso de los recursos retóricos y de las técnicas literarias; una aparente sencillez, que es eso, solo aparente; la capacidad de hacer lírica la realidad más prosaica; constantes referencias culturales; un dominio de la palabra, que está trabajada con esmero, con sosiego, con paciencia, exprimiendo el jugo –como si de un zumo se tratase- de sus valores polisémicos. Leyendo sus páginas, da la sensación de que nada falta ni nada sobra, de que todo está en su justo y preciso lugar, tanto las palabras que lo contienen, como los temas de los que trata: la vida misma, con su rutinaria cotidianeidad y sus maravillosas excepciones. Si a esto añadimos las sugerentes fotos de Elena Peñalta y la cuidada edición de Cuadernos del laberinto, tenemos un excelente libro que rezuma inteligencia y que es todo menos de andar por casa.

YIBUTI de Elmore Leonard

                                     


PELIGROSAS AVENTURAS EN ÁFRICA

Las historias de piratas están de moda. En octubre se ha estrenado en nuestras pantallas Capitán Phillips, la película protagonizada por Tom Hanks que narra el secuestro de un buque carguero norteamericano en aguas somalíes, y Alianza Editorial, en su colección de novela negra, acaba de publicar Yibuti, una de las últimas obras del recientemente desaparecido Elmore Leonard, máximo exponente del género negro americano de los últimos años. En esta ocasión, el autor abandona los espacios a los que nos tiene acostumbrados –Nueva Orleáns, Detroit– y nos sumerge en una aventura exótica en el golfo de Adén. Hasta allí viaja Dara Bar, una prestigiosa autora de documentales, y su compañero Xavier Lebo. Ambos pretenden realizar una película sobre la vida de los piratas somalíes que abordan los mercantes occidentales que pasan por el cuerno de África. En un principio, la directora siente simpatía por esos modernos bucaneros, a los que considera víctimas del colonialismo internacional, pero pronto descubre que nada es lo que parece. En la zona confluyen intereses muy diversos y personajes sin escrúpulos que se prestan a todo por dinero. Hasta la CIA y el terrorismo internacional de Al Qaeda tienen su peso en la historia. El autor construye una novela con oficio y no deja nada al azar en busca del éxito comercial: diálogos ágiles, ausencia de descripciones que demoran la acción, abundantes técnicas cinematográficas, violencia, final impactante… Quizás, por eso, peca de cierto maniqueísmo moral y, sobre todo, de una visión excesivamente simplista de una realidad política compleja.