Félix Ángel Moreno Ruiz

lunes, 24 de febrero de 2014

LA VERDAD SOBRE EL CASO HARRY QUEBERT de Joël Dicker

                                           

PERO ¿QUIÉN MATÓ 
A NOLA KELLERGAN?


Es, sin duda, la novela negra de la temporada. Ya lleva varias reimpresiones en España desde su publicación en junio de 2013 y se han vendido los derechos de edición a multitud de países. Algunos hablan de su autor, Joël Dicker, un suizo de veintiocho años que escribe en francés, como el nuevo Stieg Larsson. Y es que la novela guarda numerosas similitudes con Millennium, la famosa trilogía ideada por el escritor sueco: densidad narrativa, complejidad estructural, tratamiento profundo de los personajes y una parsimoniosa lentitud en el desarrollo de la historia con continuos giros y sorpresas. El protagonista de la obra es Marcus Goldman, un joven escritor al que la suerte ha sonreído con su primera novela. Después de disfrutar durante un tiempo del dinero y de las mieles del éxito, se embarca en otro proyecto literario, pero pronto comienza a sufrir la crisis de la página en blanco. Acuciado por su agente literario y por la editorial con la que ha firmado un férreo contrato, decide refugiarse para encontrar la inspiración en la casa de su maestro y mentor, el escritor de culto Harry Quebert, que vive en Aurora, un pequeño e idílico pueblo de Nueva Inglaterra. Sin embargo, Marcus descubrirá pronto que nada es lo que parece cuando su amigo es detenido por la policía acusado de matar a Nola Kellergan, una adolescente que desapareció treinta años atrás y de la que Harry estaba enamorado en secreto. El cadáver de la muchacha aparece enterrado en su jardín juntó al manuscrito de la novela que lo encumbró: Los orígenes del mal. De ser uno de los escritores más reputados en Estados Unidos, Quebert se convierte de la noche a la mañana en un criminal abandonado por sus colegas y aduladores. Solo permanece a su lado su discípulo, quien, en una carrera contra el tiempo, intentará descubrir, a través de entrevistas con los testigos, qué le pasó realmente a Nola Kellergan al tiempo que va acumulando material para su nuevo libro.

Joël Dicker conoce a la perfección los recursos para atraer la atención del lector, que queda atrapado de inmediato con continuas anticipaciones y cambios de perspectiva, y eso es un mérito teniendo en cuenta que la novela tiene más de seiscientas páginas. Con un número limitado de sospechosos, el autor va sembrando una gran cantidad de pistas falsas que desorientan al lector y lo preparan para un final repleto de juegos de artificio. Además, a una sólida y solvente trama policíaca hay que añadir una visión ácida de la América profunda, repleta de personas de moral intachable que, bajo la apariencia de la honorabilidad, guardan secretos inconfesables. Y todo ello adornado con un exquisito juego metaliterario: con la excusa de que el protagonista es novelista, se hacen continuas e irónicas reflexiones sobre el oficio de escritor, las veleidades del éxito y las miserias del mundillo literario.

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