VUELVE BELLÓN
Julián
Ibáñez (Santander, 1940) ha regresado a la primera línea de la novela negra. Y
lo ha hecho con Todas las mujeres son
peligrosas, en la que de nuevo da vida a Bellón, el antihéroe de El viejo muere, la niña vive, editada
también por Cuadernos del laberinto. En esta ocasión, trabaja como
guardaespaldas en el Queen’s, un club
nocturno en el que se juegan partidas ilegales de cartas y se ejerce la
prostitución. Sin embargo, todo se tuerce cuando un cliente agrede brutalmente
a una de las chicas y se marcha sin pagar mientras el protagonista está
distraído escuchando la radio. Saritos, la gerente del negocio, le encarga que
el moroso salde su deuda discretamente. Bellón comienza entonces una particular
investigación que le lleva a recorrer los sitios más diversos ―un matadero, una
agencia de viajes, las dependencias del Ministerio del Interior, multitud de
bares y garitos― a la búsqueda de un hombre del que solo sabe que se apellida
Mazón. Entre tanto, realiza pequeños trabajos ―proteger a esposas maltratadas,
ejercer de matón o de gigoló, vender perros― para conseguir algo de dinero con
el que subsistir e intenta salvar el pellejo porque la persona a la que sigue
―o, tal vez, lo sigue a él― es peligrosa. Y todo ello, narrado en primera
persona, con un ritmo trepidante, con un lenguaje ágil, directo y mordaz, que
hacen de Todas las mujeres son peligrosas
una novela tan lúcida y entretenida como la primera entrega.
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