TONI ROMANO, FOREVER
Juan
Madrid (Málaga, 1947) está considerado como uno de los más reputados
cultivadores de novela policíaca en lengua castellana, autor de títulos
emblemáticos como Días contados (llevada
al cine por Imanol Uribe en 1994) o Los
hombres mojados no temen la lluvia (XIV Premio Fernando Quiñones en 2013).
El escritor andaluz fue uno de los pioneros que, junto a novelistas como Julián
Ibáñez, Andreu Martín y los fallecidos González Ledesma y Vázquez Montalbán,
dieron dignidad literaria a un género que, a finales de los setenta y principio
de los ochenta, era marginal en el panorama literario nacional y escasamente
valorado por la crítica. Autor prolífico, con más de cincuenta obras en su
haber entre novelas, libros de cuentos, narrativa juvenil y ensayo, es el
creador de dos personajes inolvidables para los aficionados a este tipo de
literatura: el comisario Flores ―protagonista de la serie de televisión Brigada Central, que alcanzó un gran
éxito y de la que fue su guionista― y Toni Romano, un antiguo policía
reconvertido en detective que recorre los ambientes más variopintos de Madrid
mientras investiga sórdidos crímenes.
Con
el fin de homenajearlo, Alianza Editorial acaba de reeditar dos de las novelas
protagonizadas por Romano: Un beso de
amigo (publicada originariamente en 1980), que dio a conocer al personaje, y Adiós,
princesa, que vio la luz en 2008. La serie consta de ocho títulos, escritos
a lo largo de casi treinta años, que constituyen una fiel radiografía de la
sociedad española desde los duros y difíciles tiempos de la Transición hasta el
primer decenio del siglo XXI. Durante esos años, Antonio Carpintero, que adoptó
el alias de Toni Romano cuando era un púgil ilusionado en ganar el campeonato
del mundo y se sabía de memoria los mejores combates de la historia, ha seguido
viviendo en un apartamento minúsculo y destartalado, trabajando para Draper ―un
excomisario que ha montado una rentable agencia de cobro de morosos― y
frecuentando los mismos bares de las calles más populares de Madrid. Sin
embargo, el personaje del exboxeador ha sufrido importantes transformaciones:
si en Un beso de amigo era un detective
hosco y rudo, presto a soltar un gancho a las primeras de cambio, heredero de
los tipos duros de la novela negra americana como Philip Marlowe o Sam Spade,
en Adiós, princesa el paso de los
años le ha pasado factura y ha hecho mella en su aspecto físico; también es más
sabio, irónico y reflexivo. Siguen incólumes su personal sentido de la
honestidad y su acendrado individualismo de raíces fordianas. Tampoco han
cambiado la denuncia de los males que afectan a la sociedad española desde tiempos
inmemoriales (la corrupción, el nepotismo o el abuso de poder) ni la maestría
con la que están escritas las novelas ni el dominio de las técnicas narrativas
ni la capacidad de atraer la atención del lector desde la primera línea.
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