Félix Ángel Moreno Ruiz

domingo, 31 de marzo de 2019

UN BESO DE AMIGO y ADIÓS, PRINCESA de Juan Madrid


TONI ROMANO, FOREVER


Juan Madrid (Málaga, 1947) está considerado como uno de los más reputados cultivadores de novela policíaca en lengua castellana, autor de títulos emblemáticos como Días contados (llevada al cine por Imanol Uribe en 1994) o Los hombres mojados no temen la lluvia (XIV Premio Fernando Quiñones en 2013). El escritor andaluz fue uno de los pioneros que, junto a novelistas como Julián Ibáñez, Andreu Martín y los fallecidos González Ledesma y Vázquez Montalbán, dieron dignidad literaria a un género que, a finales de los setenta y principio de los ochenta, era marginal en el panorama literario nacional y escasamente valorado por la crítica. Autor prolífico, con más de cincuenta obras en su haber entre novelas, libros de cuentos, narrativa juvenil y ensayo, es el creador de dos personajes inolvidables para los aficionados a este tipo de literatura: el comisario Flores ―protagonista de la serie de televisión Brigada Central, que alcanzó un gran éxito y de la que fue su guionista― y Toni Romano, un antiguo policía reconvertido en detective que recorre los ambientes más variopintos de Madrid mientras investiga sórdidos crímenes.
Con el fin de homenajearlo, Alianza Editorial acaba de reeditar dos de las novelas protagonizadas por Romano: Un beso de amigo (publicada originariamente en 1980), que dio a conocer al personaje, y Adiós, princesa, que vio la luz en 2008. La serie consta de ocho títulos, escritos a lo largo de casi treinta años, que constituyen una fiel radiografía de la sociedad española desde los duros y difíciles tiempos de la Transición hasta el primer decenio del siglo XXI. Durante esos años, Antonio Carpintero, que adoptó el alias de Toni Romano cuando era un púgil ilusionado en ganar el campeonato del mundo y se sabía de memoria los mejores combates de la historia, ha seguido viviendo en un apartamento minúsculo y destartalado, trabajando para Draper ―un excomisario que ha montado una rentable agencia de cobro de morosos― y frecuentando los mismos bares de las calles más populares de Madrid. Sin embargo, el personaje del exboxeador ha sufrido importantes transformaciones: si en Un beso de amigo era un detective hosco y rudo, presto a soltar un gancho a las primeras de cambio, heredero de los tipos duros de la novela negra americana como Philip Marlowe o Sam Spade, en Adiós, princesa el paso de los años le ha pasado factura y ha hecho mella en su aspecto físico; también es más sabio, irónico y reflexivo. Siguen incólumes su personal sentido de la honestidad y su acendrado individualismo de raíces fordianas. Tampoco han cambiado la denuncia de los males que afectan a la sociedad española desde tiempos inmemoriales (la corrupción, el nepotismo o el abuso de poder) ni la maestría con la que están escritas las novelas ni el dominio de las técnicas narrativas ni la capacidad de atraer la atención del lector desde la primera línea.


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