LO QUE LA REALIDAD ESCONDE
En
su último poemario, Los falsos días, el
poeta hispalense Jesús Cárdenas (Alcalá de Guadaira, 1973) nos invita a un
apasionante viaje por la experiencia de lo cotidiano. Este viaje, como él mismo
nos advierte, no es superficial ni frívolo porque de él “ningún alma sale
indemne, ningún cuerpo pensado sin rasgar”. Este periplo vital está repleto de
peligros (Darkness) que nos acechan
al doblar la esquina, de vacíos, de soledades y de rutina, en los que ya se
atisban las primeras manifestaciones de decadencia y de ruina, que se combaten
buscando, en las noches de tormenta, un relámpago que ilumine la existencia. En
el pasar de estos falsos días, hay tiempo para el amor y para el desamor, para
lo inefable, para la separación forzada (y forzosa) y para el reencuentro, para
la negación más nihilista y para la esperanza de una vida que comienza, para lo
misterioso y para lo cotidiano, para el cambio de rumbo y para el eterno
retorno, para las miserias y para la desprendida generosidad, para lo prosaico
y para el arte: la pintura, el cine, la poesía… Sobre todo, la poesía, que se
convierte en la tabla de salvación para el náufrago porque “puede estremecer
nuestros pequeños corazones, aprisionar la garganta del agua y detener el vuelo
de las palomas”, porque es verdad, una verdad que se nos revela, susurrándonos,
“con hurtos perspicaces”.
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