Félix Ángel Moreno Ruiz

sábado, 13 de abril de 2024

PRESENTE de Tania Padilla

 SIN MIEDO AL FUTURO

Debo reconocer que Presente, la última producción literaria de la escritora cordobesa Tania Padilla, me ha impresionado por diversas razones. En primer lugar, por la valentía al abordar, sin ambages ni medias tintas, aspectos espinosos como la identidad sexual, los celos, la convivencia diaria con la enfermedad mental o la frustración como escritora al no conseguir los logros literarios que merece en un mundo de apariencias, de realidades líquidas, de postureo en las redes sociales, en el que mostrar públicamente las carencias, asumir y aceptar que se está atravesando por una crisis existencial es visto como un claro signo de debilidad. En segundo lugar, por la forma sumamente elegante e inteligente de desgranar su vida articulándola en diversos temas (la literatura, la universidad, el amor, los viajes, la medicación, la meditación, el deporte, la insatisfacción y lo que vendrá), que le permiten no incurrir en redundancias y, al mismo tiempo, abordar directamente aquellos aspectos que más dolor le ocasionan. 

Presente no es un ejercicio egocéntrico o de autocomplacencia (aunque Tania exprese en la introducción dicho temor), en el que el lector, como un impúdico voyeur, se asoma a los aspectos más íntimos de un ser humano. Es, ante todo y sobre todo, una obra literaria, a medio camino entre la novela y el ensayo, escrita con un estilo ágil, ameno y desenfadado, cuyo punto de partido es la grave crisis que atraviesa su protagonista, golpeada con violencia en diversos frentes: se muestra incapaz de continuar una novela que está escribiendo por encargo; después de unos comienzos prometedores como narradora, varias de sus obras permanecen inéditas tras el silencio de las editoriales o el fracaso en concursos literarios; los celos han deteriorado la convivencia con su pareja sentimental; ejercer su profesión de docente universitaria la obliga a realizar una serie de periódicos viajes al extranjero, que le resultan insatisfactorios y frustrantes, y, para colmo, tiene que lidiar con unos trastornos mentales que perturban hasta los actos más cotidianos. 

A lo largo de la lectura de Presente, es difícil no sentir empatía por esa mujer atenazada por los miedos, cobarde y arrojada, llena de contradicciones, tremendamente humana, y, también, es sumamente fácil reconocerse en los complejos que atenazan la adolescencia, en la timidez, en la sensación de ser un bicho raro, de no encajar en el grupo, de ir a contracorriente. Personalmente, me han llegado al alma algunos episodios compartidos, como el paso por el número tres de la Plaza del Cardenal Salazar (sede de la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba), la frustración que se siente al sentirse despreciado por el silencio editorial o el convencimiento de que, para un novelista, escribir se convierte en una necesidad vital, necesidad que ha permitido alumbrar esta hermosa rara avis, esta deliciosa joya que es Presente.

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