Los diecinueve relatos que conforman el libro están situados en los distintos pueblos y aldeas de los
Pedroches. No pertenecen a la tradición popular; son todos
originales, fruto de mi imaginación, por lo que cualquier parecido
con la realidad es pura y terrorífica coincidencia. Están cocinados a
fuego lento, siguiendo las recetas tradicionales de los maestros
―Poe, Bécquer, Lovecraft, Stoker o Maupassant―, aunque también
se han empleado técnicas deconstructivas de la nouvelle
cuisine. El ingrediente principal es el terror clásico, al que se ha
añadido, para darle sabor, una pizca de humor.
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