MEMORIA MUSICAL DE UNA GENERACIÓN
La isla de
Sistolá, editorial sevillana especializada en poesía, ha creado recientemente
una colección de narrativa, cuyo segundo número es Biografía autorizada, la última novela del escritor cordobés
Salvador Gutiérrez Solís (1968). Ganador, entre otros, del Premio Andalucía de
la Crítica en 2013 con El escalador
congelado, es autor de una extensa obra que incluye varias novelas y libros
de relatos.
Biografía autorizada está narrada, a modo de
memorias, por un ficticio músico cordobés, Carlos Jesús Adán Arroyo (vocalista
de la también ficticia banda de rock Almas sin Konciencia), quien, después del
éxito cosechado a nivel nacional e internacional, decide proseguir su carrera
en solitario. Aquejado de problemas de salud y ante la ardua tarea de componer
las canciones de un nuevo disco, el protagonista se sumerge en el pasado y
comienza a desgranar los recuerdos de una existencia marcada por la música: la
infancia y juventud vividas en un humilde piso sin ascensor del barrio de San
Agustín, los estudios de BUP en Salesianos, la asistencia a los primeros
conciertos acompañando a sus hermanos mayores, el descubrimiento de la música
pop en los programas nocturnos de Radio 3, las colecciones de casetes grabadas
y de discos de vinilo piratas, la creación del primer grupo formado por
compañeros de instituto que tenían los mismos gustos y aficiones, los ensayos
en un garaje con instrumentos de segunda mano, el despertar del amor y del
sexo, de la amistad y la traición, de la vanidad y los celos. Y todo ello
acompañado de una banda sonora compuesta por grupos que sonaban en la Córdoba
de principios de los ochenta del pasado siglo, un ciudad provinciana que era el
reflejo de la sociedad española de la transición, con una juventud “moderna”
que se reunía en los garitos más abiertos a las nuevas tendencias musicales
(aquellas que se cocían en la movida madrileña) o que asistía, saltando la
tapia del teatro de la Axarquía, a los conciertos de los solistas y conjuntos
que triunfaban en el panorama nacional.
Salvador Gutiérrez ha escrito una novela
que contiene, como el lector intuye desde la primera página, innumerables
elementos autobiográficos que pertenecen a la memoria colectiva de una toda una
generación, la de de aquellos que hoy rondan el medio siglo, que fueron a la
EGB, tomaron leche con cacao mientras veían los payasos de la tele en blanco y
negro, y luego, ya adolescentes,
lloraron con los protagonistas de Verano
Azul y bailaron en las pistas de las discotecas los pasos aprendidos en Aplauso. Una generación que hoy ocupa
los puestos de responsabilidad del país, pero que mira con melancólica añoranza
aquellos años y que, sin lugar a dudas, se sentirá identificada con gran parte
de los pensamientos de Carlos, el protagonista algo neurótico y desubicado de Biografía autorizada.