Félix Ángel Moreno Ruiz

domingo, 31 de marzo de 2019

LOS SECRETOS DE SAN GERVASIO de Carlos Pujol


SHERLOCK HOLMES NUNCA MUERE


Carlos Pujol (Barcelona 1936-2012) publicó originariamente Los secretos de San Gervasio en 1994 y ahora, al cumplirse los veinticinco años, la editorial palentina Menoscuarto acaba de reeditar la novela con un breve, pero interesantísimo, prólogo de Andrés Trapiello y con un artículo (que hace las veces de epílogo) que el escritor catalán escribió sobre la novela policíaca para la revista El Ciervo en 1973. Son dos alicientes más para leer esta pequeña joya literaria de uno de los intelectuales españoles más perspicaces de la segunda mitad del siglo XX, autor de una obra extensa y variada, que incluye la crítica literaria, la narrativa, el ensayo, la biografía y la poesía.
La trama de la novela se desarrolla a caballo entre un Londres atípicamente caluroso y una Barcelona no menos asfixiante. Una noche, después de una opípara cena servida por la señora Hudson, Sherlock Holmes y su amigo y confidente, el doctor Watson, reciben la visita de Angélica y de Eulalia, dos distinguidas jóvenes que han venido expresamente desde Cataluña para contratar los servicios del célebre detective. Este debe hallar el paradero de su padre, don Pelegrín Vilumara, un industrial que ha desaparecido misteriosamente merced a las malas artes de su hermano, don Cayetano. A pesar de que el asunto huele a chamusquina, como Holmes está atravesando una etapa de ociosidad forzosa, se embarcan en la aventura. Sin embargo, cuando llegan a Barcelona, descubren que don Pelegrín está soltero e ingresado en un centro psiquiátrico. En lugar de regresar inmediatamente a Londres, deciden averiguar los motivos por los que han sido objeto de tan singular engaño. Siguiendo los pasos de un hombre misterioso (un anciano con pinta de estrangulador), llegan a la barriada de San Gervasio, donde entran en contacto con don Alejo Casavella (un escritor de cierta fama que ha ideado una rocambolesca argucia para conocer personalmente al detective y a su biógrafo) y con otros personajes no menos estrafalarios y curiosos como una detective catalana o un arqueólogo poeta. La trama se complica cuando aparece en escena un cadáver de verdad. Holmes, que no puede dejar pasar la ocasión de lucirse ante un público tan variopinto, inicia la investigación del crimen que le deparará más de una sorpresa.
Bien documentada (Pujol demuestra ser un avezado lector de Conan Doyle) y escrita con sutil ironía, Los secretos de San Gervasio es una divertidísima parodia de las novelas policíacas clásicas (hasta aparece el consabido dramatis personae de los libros de Agatha Christie) y del detective que confía en la razón empírica como único mecanismo para resolver los crímenes. A través de los ojos fríos y analíticos de un Sherlock Holmes en plena forma, que nos revela su educación jesuítica, el autor hace un lúcido retrato de los españoles (gente que grita cuando habla y echa la siesta todos los días) y de la condición humana.


UN BESO DE AMIGO y ADIÓS, PRINCESA de Juan Madrid


TONI ROMANO, FOREVER


Juan Madrid (Málaga, 1947) está considerado como uno de los más reputados cultivadores de novela policíaca en lengua castellana, autor de títulos emblemáticos como Días contados (llevada al cine por Imanol Uribe en 1994) o Los hombres mojados no temen la lluvia (XIV Premio Fernando Quiñones en 2013). El escritor andaluz fue uno de los pioneros que, junto a novelistas como Julián Ibáñez, Andreu Martín y los fallecidos González Ledesma y Vázquez Montalbán, dieron dignidad literaria a un género que, a finales de los setenta y principio de los ochenta, era marginal en el panorama literario nacional y escasamente valorado por la crítica. Autor prolífico, con más de cincuenta obras en su haber entre novelas, libros de cuentos, narrativa juvenil y ensayo, es el creador de dos personajes inolvidables para los aficionados a este tipo de literatura: el comisario Flores ―protagonista de la serie de televisión Brigada Central, que alcanzó un gran éxito y de la que fue su guionista― y Toni Romano, un antiguo policía reconvertido en detective que recorre los ambientes más variopintos de Madrid mientras investiga sórdidos crímenes.
Con el fin de homenajearlo, Alianza Editorial acaba de reeditar dos de las novelas protagonizadas por Romano: Un beso de amigo (publicada originariamente en 1980), que dio a conocer al personaje, y Adiós, princesa, que vio la luz en 2008. La serie consta de ocho títulos, escritos a lo largo de casi treinta años, que constituyen una fiel radiografía de la sociedad española desde los duros y difíciles tiempos de la Transición hasta el primer decenio del siglo XXI. Durante esos años, Antonio Carpintero, que adoptó el alias de Toni Romano cuando era un púgil ilusionado en ganar el campeonato del mundo y se sabía de memoria los mejores combates de la historia, ha seguido viviendo en un apartamento minúsculo y destartalado, trabajando para Draper ―un excomisario que ha montado una rentable agencia de cobro de morosos― y frecuentando los mismos bares de las calles más populares de Madrid. Sin embargo, el personaje del exboxeador ha sufrido importantes transformaciones: si en Un beso de amigo era un detective hosco y rudo, presto a soltar un gancho a las primeras de cambio, heredero de los tipos duros de la novela negra americana como Philip Marlowe o Sam Spade, en Adiós, princesa el paso de los años le ha pasado factura y ha hecho mella en su aspecto físico; también es más sabio, irónico y reflexivo. Siguen incólumes su personal sentido de la honestidad y su acendrado individualismo de raíces fordianas. Tampoco han cambiado la denuncia de los males que afectan a la sociedad española desde tiempos inmemoriales (la corrupción, el nepotismo o el abuso de poder) ni la maestría con la que están escritas las novelas ni el dominio de las técnicas narrativas ni la capacidad de atraer la atención del lector desde la primera línea.