Félix Ángel Moreno Ruiz

sábado, 26 de enero de 2019

CRISTO DE NUEVO CRUCIFICADO de Nikos Kazantzakis

LA ETERNA PASIÓN DE CRISTO


Nikos Kazantzakis (Heraclion, 1883-Friburgo de Brisgovia, 1957) ha sido uno de los escritores griegos contemporáneos que ha gozado de mayor proyección internacional y del favor del público lector a lo largo de varias generaciones. Autor de una obra variada y extensa, sus novelas más importantes han sido adaptadas al cine en varias ocasiones, lo que ha servido para acrecentar su fama. En la retina de todos los cinéfilos quedará para siempre la imagen de Anthony Quinn bailando el sirtaki, la danza popular helena, en el final de Zorba el griego. ¿Quién no recuerda, por otra parte, los ríos de tinta que corrieron a raíz del estreno de La última tentación de Cristo, la película de Martin Scorsese, con Willem Dafoe en el papel de Jesús? Este carácter polémico fue, sin duda alguna, el rasgo que caracterizó a Kazantzakis hasta su fallecimiento. Excomulgado por la iglesia ortodoxa, prohibidos muchos de sus libros por la católica, el autor griego no rehuyó nunca abordar temas que levantaban (y levantan) ampollas en el cristianismo como la naturaleza humana de Jesús o la hipocresía y la doble moral de algunos de los dirigentes religiosos.
En Cristo de nuevo crucificado (que también fue llevada al cine en 1957 por el director Jules Dassis bajo el título El que debe morir e, incluso, se compuso una ópera con el mismo argumento: La pasión griega de Bohuslav Martinu), Kazantzakis traslada el evangelio a la Grecia ocupada por el imperio otomano. En la localidad de Lycovrissi se celebra la Pascua. Como es tradición en el lugar, se va a llevar a cabo una representación teatral de la pasión de Cristo, por lo que las fuerzas vivas del pueblo se reúnen para elegir a los jóvenes que van a interpretar los distintos papeles. Al mismo tiempo, se presentan los habitantes de una aldea que ha sido asolada por los invasores turcos. Hambrientos, solicitan comida y techo, pero se encuentran con la oposición de los notables de Lycovrissi, comandados por el pope Grigoris, que optan por abandonarlos a su suerte. Algunos vecinos (en especial, los jóvenes que han sido elegidos para interpretar los distintos personajes de la pasión) desobedecen a su guía y deciden ayudarlos, lo que provoca el inevitable y trágico enfrentamiento.
Kazantzakis establece evidentes paralelismos entre la vida de Jesús y la del joven Manolios, que lo interpreta en la obra; entre lo que ocurrió en la Judea bajo domino romano hace más de dos mil años y lo que sucede en un pueblo griego sometido a los turcos, con una clara intención. Si se repitiera la historia de Jesús, volvería a suceder lo mismo: otro sanedrín lo condenaría, otro Judas lo traicionaría, otro Pilatos se lavaría las manos, otro Pedro lo negaría tres veces, otra Magdalena estaría a su lado y, de nuevo, Cristo sería crucificado.

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