CORAJE Y DIGNIDAD
Hablar
de Cristina Peri Rossi es hacerlo de una las voces más singulares del boom hispanoamericano, que convulsionó
el panorama literario de los años sesenta y setenta del pasado siglo con una
estética revolucionaria y unos enfoques novedosos para la época. Nacida en
Montevideo en 1941, se vio obligada a exiliarse en España en 1972 poco antes de
que los militares tomaran el poder en Uruguay tras un golpe de estado. Desde
entonces, se ha mantenido fiel a sus principios defendiendo con ardor e
inteligencia los valores progresistas, la liberación de la mujer, la
homosexualidad, y criticando los abusos y la corrupción del sistema capitalista,
la decadencia de Occidente y la pérdida progresiva de las libertades y de los
derechos fundamentales. A la obra literaria de la escritora uruguaya, que es
extensa y variada (narrativa, poesía, ensayo, periodismo, traducción), que ha
sido merecedora de las más altas distinciones (Premio Loewe de poesía, premio
Ciudad de Barcelona, Premio de relatos Vargas Llosa, Premio José Donoso, entre
otros), se le suma ahora la novela La
insumisa, que acaba de publicar en España la editorial Menoscuarto. De
carácter autobiográfico y con un título revelador, en ella Cristina Peri Rossi
recorre los años de la infancia y de la adolescencia, y lo hace con la mirada
perspicaz, aguda, irónica y humana, muy humana, con la que nos tiene
acostumbrados. Así, cuenta la relación con su madre, con la que congenió desde
que era pequeña y que fue la primera persona a la que amó realmente; el
enfrentamiento con su progenitor, hombre violento y alcohólico, que
representaba todos los valores contra los que la autora ha luchado a lo largo
de su vida; el recuerdo cariñoso de unos tíos que vivían en el campo (él era
jefe de la estación de trenes de Casupá) y con los que descubrió el amor a la
naturaleza, a las cosas sencillas y a los animales; la especial relación con su
tío Tito, “hombre soltero, inteligente, culto ateo y misógino”; el primer abuso
sufrido cuando tuvo que ser operada y, por supuesto, el despertar sexual de la
adolescencia, los primeros besos y caricias, y también los primeros
menosprecios y humillaciones sufridos por su condición de mujer y de lesbiana.
Sin embargo, Cristina Peri Rossi no aprovecha la ocasión para ajustar cuentas
con su pasado ni para sacudir los fantasmas que pueblan los pasadizos del alma
de cualquier ser humano (como sí hizo Georges Simenon en Carta a mi madre); por el contrario, todas sus vivencias y
recuerdos (hasta los más desagradables) están pasados por el tamiz de la
elegancia y del humor, que le permite hablarle directamente a su padre y
decirle que “tuviste que morirte para que tanta pasión equivocada se volviera
compasión, y para que tus tres mujeres (tu esposa y tus dos hijas) te dieran
algo del afecto que no recibiste estando vivo y sano”.
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