El relato breve, a lo largo de su extensa vida, que arranca en la literatura española con los apólogos medievales y con recopilaciones como Sendebar y Calila e Dimna, ha vivido etapas de florecimiento y de crisis, originadas por las modas y los gustos imperantes en cada época. Hoy no es exagerado afirmar que celebra una edad dorada, marcada por la influencia del boom hispanoamericano de los años sesenta del pasado siglo, en el que los cuentos de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Ricardo Piglia o Sergio Pitol impusieron una nueva forma de contar historias. Este éxito está motivado por la ingente cantidad de escritores que lo cultivan y por la calidad de sus producciones, y se pone de manifiesto en los múltiples premios de relatos que se convocan cada año en diversos puntos de la geografía andaluza, en el volumen de libros de cuentos que se publican y en la presencia de editoriales (algo impensable hace algunos años) especializadas en este subgénero que ha experimentado con sus propios límites, como es el caso del microrrelato, que supone un ejercicio de condensación tal que su extensión se mide en el número de palabras o de caracteres. Andalucía, comunidad que ha sido desde siempre cuna de excelentes narradores, ha contribuido poderosamente al éxito del cuento en estos últimos treinta y cinco años con una nómina de autores nada desdeñable que cultivan todas las temáticas: fantástica, negra y policíaca, de terror, surrealista, erótica, realista, introspectiva, costumbrista y un largo etcétera porque, si algo define a la narrativa actual, es la ausencia de escuelas y de tendencias propias de una adscripción geográfica concreta.
La vinculación de Córdoba con el relato viene de antiguo. Cordobeses son algunos de los premios de cuentos con más solera y con mejor dotación económica del panorama literario nacional, como el certamen de narrativa corta Villa de Torrecampo (que este año cumple su vigésima segunda convocatoria) o el premio de narrativa Antonio Porras (que ya va por la trigésima novena edición). Por otra parte, la asociación cultural Mucho Cuento, creada a comienzos del siglo XXI, que tiene como objetivo el fomento del relato breve mediante la convocatoria de cursos y seminarios de creación literaria, grupos de lectura y la edición de obras conjuntas de autores cordobeses, ha contribuido poderosamente al éxito de este género. En cuanto a los cuentistas más destacados, cabe hacer mención al escritor y periodista Francisco Antonio Carrasco (Belalcázar, 1958), quien ha publicado, hasta la fecha, tres libros de relatos: El silencio insoportable del viajero y otros silencios (finalista de los premios de la crítica andaluza y nacional del año 2000), La maldición de madame Bovary y Taxidermia (Premio Solienses 2012). Carrasco es un autor de prosa limpia, que busca la palabra precisa para sumergirnos en historias que abordan la soledad y la incomunicación. Los cuentos de Pedro Tébar (Villanueva de Córdoba, 1943), recogidos en Música en la almohada y en Canción de la madre del agua, están ambientados en su tierra natal e influidos por las leyendas populares. Por su parte, el poeta Antonio Luis Ginés (Iznájar, 1967) ha escrito El fantástico hombre bala y Teoría de lo imperfecto, en los que mezcla el humor, la ironía y el absurdo para contar historias cotidianas. El también poeta Francisco Onieva (Córdoba, 1976) es autor de Los que miran el frío (premio Andalucía de la crítica 2012 a la ópera prima), conjunto de relatos ambientados en la Guerra Civil, y de El extraño escritor y otras devastaciones, una amarga reflexión sobre los distintos tipos de escritor. Manuel Moyano (Córdoba, 1963) ha desarrollado su carrera literaria en Cataluña y en Murcia, donde reside actualmente, y es autor de El amigo de Kafka, El oro celeste, El experimento Wolberg y Teatro de ceniza, cuyos relatos han aparecido en las mejores antologías de cuentos. Por último, cabe destacar Ellas también viven, primer libro de Pilar Muñoz Álamo (Pozoblanco, 1967), afamada escritora de novela romántica e intimista.
De Cádiz son algunos de los mejores cuentistas españoles, que publican en editoriales de primera línea y son merecedores de premios y reconocimientos internacionales. Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, 1966), escritor polifacético, es autor de una extensa producción, que se inició con Minifundios y que alcanza altas cotas con El que apaga la luz, considerado por la crítica como uno de los mejores libros de relatos del siglo XX escritos en castellano. Por su parte, la narrativa corta de Felipe Benítez Reyes (Rota, 1960) encarna una visión desengañada e irónica de la existencia humana. Poseedor de un lenguaje deslumbrante, en Un mundo peligroso o en Maneras de perder radiografía la sociedad actual con pretensiones desmitificadoras. Félix J. Palma (Sanlúcar de Barrameda, 1968) ha sido ganador de numerosos concursos literarios de cuentos antes de alcanzar la fama como novelista con El mapa del tiempo. Es autor de cinco libros de relatos en los que demuestra su pericia en el arte del cuento. También debemos mencionar al algecireño José Eduardo Tornay, narrador con un inconfundible estilo literario personal, que ha publicado relatos en periódicos y revistas literarias y dos libros: A la sombra de los bloques y Los observatorios.
El relato breve sevillano tiene el honor de contar con el peruano Fernando Iwasaki (Lima, 1961), que vive desde hace años en la capital andaluza y es autor de más de una decena de libros en los que despliega sus dotes de historiador, su obsesión por relatar sus fracasos amorosos y todo ello con una prosa irónica y elegante, que bebe en las mejores fuentes borgianas. Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969) es poseedor de una fecunda trayectoria cono novelista (ha ganado, entre otros, el Premio Ateneo de Sevilla en 2009 por El violinista de Mauthausen), pero se inició en la literatura como escritor de cuentos (su relato Ojos tristes fue Premio Max Aub) y ha escrito varios libros dedicados a este subgénero narrativo (Estado provisional, El centro de la tierra, La letra pequeña). Lara Moreno (Sevilla, 1978) se dedica profesionalmente a labores editoriales, que compagina con una importante carrera literaria, en la que destacan varias novelas y libros de relatos (Casi todas las tijeras, Cuatro veces fuego). Sus cuentos han sido seleccionados en numerosas antologías.
De Málaga era el polifacético Nacho
Albert Bordallo (1974–2017). Escritor, guionista, dramaturgo y director de
escena, destacó como un autor de relatos con un estilo muy personal y poseedor de
un universo narrativo único que alcanzó su cima en Cartografía del desamor y otros relatos. Malagueño también, Francisco
José Lobillo posee una interesantísima carrera como escritor de relatos que ha
merecido numerosos galardones y premios.
Hablar del cuento almeriense es hacerlo
de Miguel Ángel Muñoz, quien es autor
de varios libros de relatos (Entre
malvados, El síndrome Chéjov, Quédate donde estás), que
han sido incluidos en las antologías más destacadas del cuento de los últimos
años. Y también de Antonia Moreno Cañete, una
original autora, cuyos relatos han sido premiados en varios concursos
literarios, aunque, por desgracia, gran parte de su obra permanece aún inédita.
En Jaén destacan dos escritores de novela
negra, que también poseen una importante producción cuentística. Jesús Tíscar Sandra
(Jaén, 1970) ejerce profesionalmente como actor, lo que no le ha impedido alzarse
con premios como el Ciudad de Getafe por La
japonesa calva. El humor, la ironía y un dominio del lenguaje
valleinclaniano afloran en libros como Los
pimientos y otros cuentos indigestos. Nacido en Porcuna, pero afincado en
Córdoba, donde ejerce como profesor de Filosofía, Manuel del Pino es autor de
una vasta obra breve, que ha publicado en su mayoría en plataformas digitales (Las perlas de Carla, Las aventuras de Víctor
Lince, Sor Consuelo te ayuda).
Finaliza este breve recorrido por los
últimos treinta y cinco años del relato andaluz con el convencimiento de que no
están todos los que son (aunque se puede afirmar que los que aquí aparecen son
excelentes cuentistas, muchos de ellos novelistas y poetas de prestigio) y de
que al cuento andaluz le depara un futuro prometedor asegurado por estos autores
y por otros jóvenes que, con paso firme, buscan su lugar en el panorama
literario nacional.
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