Fernando Pessoa está considerado uno de los poetas más
brillantes del siglo XX en lengua portuguesa. Sin embargo, muchos lectores
ignoran que, además, cultivó con verdadera fruición el género policíaco, cuya
lectura consideraba “uno de los pocos divertimentos intelectuales que persisten
en lo que aún queda de intelectual a la humanidad”. Ahora, la editorial Acantilado
acaba de publicar toda su producción policíaca, parte de ella inédita, bajo el
título Quaresma, descifrador. Relatos
policíacos.
La edición y el estudio introductorio han estado a cargo de Ana
María Freitas, quien ha llevado a cabo un loable trabajo de investigación para
poner en orden todo el material que se conserva en la Biblioteca Nacional de
Portugal ya que ninguno de los relatos está terminado: se guardan en sobres, en
cuyo interior hay folios escritos en distintas épocas, y presentan diferentes etapas
de ejecución (algunos, como El caso
Vargas, están prácticamente finalizados y otros, como El caso del Banco de Viseu, apenas son un esbozo). El valor del
libro es doble porque por primera vez salen a la luz algunos relatos que habían
permanecidos inéditos hasta ahora y porque se trata de un trabajo riguroso de
reconstrucción que contrasta con las ediciones anteriores de la obra policíaca
de Pessoa, muchas de ellas realizadas sin ningún rigor. Y es que Ana María
Freitas ha tenido que enfrentarse a la letra ininteligible del poeta y al miedo
que tenía a la obra finalizada, que le llevaba a corregirla una y otra vez o a
embarcarse continuamente en empresas literarias que luego abandonaba por tedio
o insatisfacción.
Pessoa sintió verdadera pasión por el género policíaco desde
su juventud. Nunca abandonó su lectura –uno de sus pasatiempos favoritos–, era
socio del Albatros Crime Club, compraba abundantes novelas, mantuvo correspondencia
con los cultivadores más afamados de la época y llegó a escribir un ensayo
crítico –Detective Story–, en el que
reflexionó sobre los aciertos y errores de las novelas que leía. Inició su producción
detectivesca en inglés, cuando aún vivía en Sudáfrica, con el título de Detective Storie, un conjunto de relatos
protagonizados por el ex sargento Byng en los que predominan la aventura y el
enredo. A su regreso a Portugal, decidió iniciar en su idioma natal la
escritura de una colección que, bajo el título de Quaresma, descifrador, iba a reunir varias novelas que tendrían
como nexo común la presencia de Abílio Fernandes Quaresma, uno de los muchos
heterónimos del autor (quien también adoptó la personalidad de Alberto Caeiro,
Álvaro de Campos y Ricardo Reis entre otros). Ahora, la aventura policíaca deja
paso al razonamiento puro porque el protagonista es un médico abúlico, enfermizo
y alcohólico, que vive en un estado semivegetativo, a la espera de que la Policía
le presente un caso irresoluble que él, utilizando las células grises y después
de haber entrevistado a los sospechosos, resuelve a golpe de lógica.
Probablemente, Quaresma es el heterónimo que mejor se ajusta a lo que en
realidad fue Pessoa, tanto físicamente (“un hombre de estatura media, delgado,
casi escuchimizado, como suele decirse, bastante encorvado, de aspecto
melancólico y deprimido, de mal color, deslucido y opaco, con un rostro arrugado
por surcos causados por la delgadez y la depresión”), como en su personalidad
(“todo en él evidenciaba que era uno de esos fracasados de la vida que nunca
llegan a nada, que pierden todas las oportunidades, que obvian todos los signos
de la suerte”). Incluso le atribuyó sus mismos vicios: fumador empedernido y
alcohólico impenitente.
A lo largo de los años, Pessoa redactó varios esquemas con
las obras que formarían parte de Quaresma,
descifrador. Aunque algunos relatos no aparecen en todos los esquemas o lo
hacen con un título distinto, puede considerarse que, en total, son trece las
novelas que conforman el corpus de la narrativa policíaca pessoana escrita en
portugués. En todas ellas, el método utilizado para la resolución de los
conflictos es el razonamiento. Los problemas planteados y la forma de
desarrollar la trama recuerdan a las novelas policíacas del período clásico, a
las que Pessoa era tan aficionado; sobre todo, la deuda con Conan Doyle y con
su personaje, Sherlock Holmes, es grande: en todas las historias sucede un
asesinato, un robo; la policía inicia la investigación, pero termina, por su
ineptitud o por no aplicar el método deductivo, en un callejón sin salida;
finalmente, Quaresma entra en escena y desvela el misterio, que suele ser una
solución ingeniosa al conflicto planteado.
A pesar de que los relatos no están terminados, el lector
encontrará agradable su lectura pues el autor sigue, punto por punto, el método
detectivesco. Pero, además, asistimos al proceso vivo de la escritura porque en
algunos fragmentos lo único que se conserva son pequeños apuntes sobre la trama
y los personajes, lo que nos permite conocer de primera mano su método de
trabajo y cómo planificaba las obras. Un motivo más para no perderse la lectura
de este interesante libro.
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