Félix Ángel Moreno Ruiz

domingo, 24 de mayo de 2015

SIN EPITAFIO de Francisco José Jurado

CÓRDOBA NEGRA


Sin epitafio es la última obra del escritor cordobés Francisco José Jurado (1967), que supone el regreso de Benegas, inspector de homicidios de una comisaría cercana a la Judería, que ya había protagonizado un anterior libro de relatos entrecruzados. En esta ocasión, el policía tiene que vérselas con un crimen que, en principio, es obra de alguna organización extranjera vinculada con la droga: un cadáver aparece medio calcinado, en el interior de un maletero, decapitado y con un extraño corte en el abdomen en forma de ele. Sin embargo, Benegas, inspector con instinto de sabueso y gran conocedor de la naturaleza humana, sospecha que tal vez se trate de un caso mucho más complejo que un simple ajuste de cuentas entre bandas rivales. Esto se confirma cuando se descubre en su domicilio, en pleno centro de la ciudad, el cadáver de Candela Montalbán, una mujer de clase media y casada con un afamado arquitecto, con una herida similar y realizada con un arma exótica. Entonces, con la colaboración de su fiel equipo, Benegas inicia una ardua investigación que lo llevará a entrar en contacto con un nutrido número de sospechosos y a recorrer lugares tan variopintos de Córdoba como la Facultad de Filosofía y Letras, el Rectorado, una empresa de vigilancia, el Anatómico Forense y un sinfín de tabernas donde el curtido policía hace un alto en el camino para reponer fuerzas. De forma paralela, asistimos a la historia de Guillaume de Belmont, un joven caballero de origen cordobés, perteneciente a la Orden del Temple, quien, en el París de comienzos del siglo XIV, intenta con la ayuda de un fraile dominico, François de Beaujeu, vengar la deshonrosa muerte en la hoguera del gran maestre Jacques de Molay, ordenada por el papa Clemente y el rey Felipe IV de Francia. Estas dos tramas que, en apariencia, nada tienen en común y que atrapan al lector desde un comienzo, convergen en un momento determinado y lo hacen para provocar un cambio de rumbo en el argumento, que continúa así, repleto de sorpresas, hasta su conclusión.

En Sin epitafio, su autor transita con pulso firme de principio a fin (algo que no es fácil, dada su extensión) y domina con maestría el diálogo, los recursos y el lenguaje de géneros tan diversos como el negro, el policíaco clásico, el de aventuras o el histórico. A eso se añade un humor socarrón que nos proporciona páginas memorables (a veces hilarantes, a veces esperpénticas) como la visita del inspector a la Facultad de Filosofía y Letras. En definitiva, se trata de una novela escrita con oficio y solvencia (a pesar de la complejidad de la doble trama), y con un estilo propio que tiene su máximo exponente en la voz del narrador, que aparece, como inciso, en los diálogos y que realiza, para deleite del lector, frecuentes comentarios agudos y certeros. 

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