LLUVIA PURIFICADORA
Bajo
el sugerente título de Dos amores
perdidos, el escritor mexicano Juan Villoro ―galardonado, entre otros
premios, con el Herralde de novela por El
testigo en 2004― nos presenta dos relatos que tienen como tema principal la
reflexión de sus protagonistas sobre el fracaso de las relaciones amorosas. En
el primero, titulado Llamadas de
Ámsterdam, Juan Jesús, un pintor frustrado, intenta reconducir un
matrimonio que naufragó diez años antes. Al tiempo que se convence de que el
pasado ya no volverá, hace balance crítico de su existencia y de la época que
le ha tocado vivir: la corrupción política y la cotidianidad de la violencia en
México. En Conferencia sobre la lluvia,
un bibliotecario improvisa una charla que, en principio, versa sobre libros,
pero que pronto se convierte en un recorrido por sus aventuras sentimentales.
Como acertadamente señala Villoro en el prólogo de libro (Dos formas de la lluvia), refiriéndose a los contadores de cuentos
tradicionales, “las buenas historias concluían antes de que se apagara el
fuego; luego, cuando solo unos tiznones brillaban en la oscuridad, los enigmas
que se habían narrado alumbraban el sueño de quienes los habían oído”. Y,
precisamente, los dos relatos que conforman De
amores perdidos, con sus finales abiertos, sugieren, dejan interrogantes que nos invitan a la reflexión melancólica,
en la que la lluvia es el agua purificadora que nos libera del peso del
fracaso.
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