Félix Ángel Moreno Ruiz

lunes, 6 de junio de 2016

CRÓNICA DE LOS DÍAS AZULES de Alfonso Cost

TRAS LA INFANCIA PERDIDA


Nada más abrir la última novela de Alfonso Cost (Córdoba, 1963), leemos el verso encontrado en los bolsillos de Antonio Machado tras su fallecimiento en una pensión de Colliure ―“Estos días azules y este sol de la infancia”― y la cita no puede ser más reveladora, no solo del título del libro, Crónica de los días azules, sino del significado global de la obra. El autor cordobés, uno de los impulsores del grupo Mucho Cuento, es, además de un prolífico escritor de relatos, crítico literario y novelista. En esta última faceta, tras publicar en la editorial Almuzara El oro de los dioses (2012), nos entrega ahora un libro que versa sobre la infancia, los recuerdos, el amor perdido, las últimas oportunidades y el oficio de escribir.
Óscar Quintana, el protagonista, es un novelista de cierto éxito que atraviesa una profunda crisis tanto personal ―su relación con Elena, su pareja desde hace veinte años, ha encallado en la rutina y el silencio― como literaria pues es incapaz de continuar la segunda parte de la novela que le ha dado mayor renombre y que su agente le exige de forma apremiante para cumplir el contrato firmado con una importante editorial. Sin embargo, todo cambia el día en que se entera de una terrible noticia: el fallecimiento, en accidente de tráfico, de una amiga de la infancia que luego fue su primer amor, Marian Claus Balaguer, una afamada corresponsal de guerra. El trágico acontecimiento trae consigo la rememoración de unas vivencias que creía ya olvidadas: el paso por el colegio de La Aduana, pionero a comienzos de los años setenta del pasado siglo en la integración en el aula de niñas y niños, y en la aplicación de nuevos métodos de enseñanza. Estos recuerdos y los de su amante fallecida le llevarán a abandonar el encargo editorial y a comenzar una nueva novela que sacará a la luz aquellos años que supusieron la entrada en la adolescencia y el descubrimiento del amor. Con la intención de documentarse, Oscar viaja a Córdoba desde Madrid, donde reside, y allí visita su antiguo centro y conoce a la maestra Isabel Sotomayor, jefa de estudios del colegio, que lo ayudará en la búsqueda del paradero de antiguos alumnos y de Sergio Atienza, un joven profesor de música que había abierto los infantiles ojos de Óscar a una nueva forma de entender el mundo. La investigación va complicándose por momentos y alcanza tintes policíacos cuando el protagonista recibe un paquete con un cuaderno de Marian, en el que, a modo de diario, su autora hace terribles confesiones sobre su trabajo como corresponsal.
Crónica de los días azules es una novela de cierta complejidad técnica, en la que se mezclan tres historias distintas ―la trama principal, situada en la actualidad, varios capítulos de la nueva novela de Óscar sobre su paso por el colegio de La Aduana y fragmentos del diario de Marian― con el fin de conformar un puzle rico y variado, lleno de luces y de sombras, de las vivencias y recuerdos del protagonista, un hombre a la deriva que, sin embargo, es capaz de romper con la monotonía y embarcarse en nuevas aventuras personales y literarias que, aunque no exentas de riesgo, le permitirán dar sentido a su vida. 

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