MANUAL DE AUTODESTRUCCIÓN
Manuel
Moyano (Córdoba, 1963) es un prolífico y reputado autor de relatos, que también
ha cultivado la novela fantástica y policíaca con notable éxito. Su última
publicación es Agenda negra, una
novela corta editada por Pez de plata e ilustrada por Enrique Oria.
La obra,
narrada en primera persona por su protagonista, un tal Ulises Roma que oculta
su verdadero nombre, cuenta el descenso vertiginoso a los infiernos de un
hombre de mediana edad que, tras el fallecimiento de su esposa Lola, víctima de
un absurdo accidente de tráfico, abandona su puesto de trabajo, corta cualquier
relación con sus hijos y nietos, y se dedica a emborracharse ―un día sí y otro
también― con la intención de anestesiar su conciencia, olvidar los recuerdos y
buscar una fórmula lenta, pero inexorable, de suicidio. Sin embargo, las brumas
del alcohol no le impiden ser testigo un día de un acontecimiento que cambiará
su vida: el descubrimiento de una extraña agenda con las tapas negras que
contiene una serie de nombres, números de teléfono y unas escalofriantes anotaciones.
Ignorando el peligro, víctima de su impulsividad y de los excesos del alcohol,
decide llamar a uno de los números y, a partir de entonces, su vida entrará en
una espiral de violencia, sangre y demencia que le ofrecerá, no obstante, un
motivo para dejar la bebida y regenerarse pues toma conciencia de que, por
encima de todo, es más poderoso el instintivo deseo de seguir viviendo que el
de dejarse morir.
Como en
los relatos fantásticos de Guy de Maupassant o como en el Lazarillo de Tormes, Manuel Moyano utiliza la clásica, pero
efectiva, técnica de la analepsis ―el protagonista comienza la historia cuando
se encuentra al final de la misma y luego se retrotrae al pasado para, finalmente,
cerrar la trama en las últimas páginas de libro― con el fin de otorgar
verosimilitud a un relato que, por momentos, parece ser fruto de los delirios
de un paranoico, víctima de los efluvios del alcohol. Sin embargo, este halo
surrealista y kafkiano ―a veces
asfixiante, a veces terrorífico― que envuelve la trama es todo un acierto
narrativo porque consigue que el lector empatice con un personaje que, a
priori, tiene escaso atractivo. Con el corazón encogido, asistimos al deambular
de Ulises Roma por las páginas del libro, a sus continuas meteduras de pata, a
sus borracheras, a sus anhelos y miedos, a sus impulsos irrefrenables, a sus
actos cobardes y, a la vez, osados.
Agenda negra es un relato negro, pero también es una
novela de aventuras policíacas, un subgénero que estuvo de moda a principios
del siglo XX y cuyo máximo exponente es Los
cuatro grandes de Agatha Christie. En este tipo de obras, el protagonista
lucha contra una sociedad secreta, capitaneada por un ser maquiavélico, que
suele ser un demente y que desea, en compañía de sus acólitos y seguidores, llevar
el mundo hacia su destrucción. Ahora Manuel Moyano ha tomado el relevo de la
escritora inglesa para crear una sólida historia en la que se reflexiona sobre
la justicia y lo difícil que es impartirla con imparcialidad.
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