AMOR A SU TIERRA
No son infrecuentes (más bien abundan) los
libros sobre etnografía (folklore, fiestas, tradiciones), dialectología (hablas
locales o comarcales) y lexicografía (vocabularios, léxicos de oficios),
escritos, en la mayoría de los casos, por personas que, con toda la buena
voluntad del mundo, carecen de los conocimientos necesarios para abordar
semejantes estudios, por lo que se convierten en una rémora (más que en una
ayuda) que entorpece la labor posterior de los investigadores serios. Por eso,
llama la atención un libro como Añora y
sus fiestas, por su rigurosidad, carácter científico, amenidad y un estilo
accesible, a la par que limpio. Su autor, el noriego Antonio Merino, cronista
oficial de su pueblo desde 1988, es uno de los más activos dinamizadores
culturales de los Pedroches a través de Solienses,
un blog personal en el que se hace eco de cualquier evento relacionado con la
cultura en la comarca, sin desdeñar tampoco la opinión sobre la vida social y
política (con sus correspondientes e inevitables polémicas). Meritoria (e
importantísima) es también la convocatoria anual del premio literario que lleva
el nombre del blog, que da voz a escritores relacionados con la comarca que, de
otra forma, nunca serían conocidos más allá del Calatraveño.
El título de la obra muestra ya las
intenciones de su autor. El termino Añora
se coloca en primer lugar cuando lo lógico es que hubiera sido el núcleo del
adyacente (Las fiestas de Añora),
revelando así que no solo se estudiarán las fiestas y que su verdadero
protagonista es Añora, pueblo al que Antonio profesa un gran cariño (de hecho,
él mismo reconoce en el prologo que se trata de “una declaración de amor”), el cariño
que tienen todas las personas que, en algún momento de su vida, se ven obligadas
a salir de su tierra para buscar un futuro más próspero, para formarse, pero a la
que inevitablemente regresan porque allí encuentran (sin rancios chovinismos) sus
raíces y sus señas de identidad.
El libro está dividido formalmente en seis
capítulos (“Un paseo por la historia”, “Principales cultos en Añora a través de
la historia”, “La fiesta de la Cruz”, “La Virgen de la Peña y San Martín”,
“Otras fiestas singulares de Añora”, “Los ritos que se fueron. Fiestas
desaparecidas”), aunque una lectura subjetiva permite percibir una estructura
interna distinta. Así, una primera parte la constituye una breve y amena historia
de Añora (desde sus orígenes hasta la actualidad); a continuación, se centra en
la fiesta de las Cruces, que es (sin duda alguna) la más importante de la
localidad y la que más reconocimiento tiene allende nuestras fronteras, para
pasar luego al estudio del resto de festividades. Finalmente, hay un delicioso
capítulo dedicado a los ritos que (triste e inevitablemente) han desaparecido
por diversas circunstancias (merece destacar el dedicado a la encina que los
quintos quemaban el año en que eran llamados a filas, un inteligente y agudo
apunte sobre el comportamiento masculino en una sociedad patriarcal tradicional).
Al adentrarnos en la lectura del libro,
llama poderosamente la atención su carácter pedagógico (no puede negar Antonio
que es profesor y que está acostumbrado a enseñar), divulgativo y ameno, que no
está reñido con la rigurosidad y con el tratamiento científico de los temas que
aborda. Como doctor en Filología clásica, posee sólidos conocimientos, que se
ponen de manifiesto en las abundantes referencias bibliográficas y en las notas
a pie de página, lo que convierte a Añora
y sus fiestas en una obra muy valiosa para todo aquel que, proveniente del
mundo académico, quiera realizar un estudio antropológico serio sobre nuestra
tierra. Por eso, la obra está llamada a perdurar en el tiempo porque sienta las
bases de futuras aproximaciones a las fiestas de otros pueblos de la comarca.
Si hay motivos sobrados para leer el
libro, podría añadirse la cuidada edición (a cargo del Ayuntamiento de su
pueblo y de la Diputación provincial) y el estilo empleado (es de agradecer que
esté bien escrito, algo infrecuente en estos tiempos). Todo ello convierte a Añora y sus fiestas en una obra a la que
merece la pena acercarse porque contribuye, por una parte, a salvaguardar un
riquísimo patrimonio inmaterial que (por circunstancias que no es cuestión de
analizar ahora) está en serio peligro de extinción y, por otra, a que los
Pedroches dejen de ser esa comarca tan extraña (y tan lejana) para el resto de
cordobeses.
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