VIAJE INTERIOR
Coincidiendo
con la entrega del Premio Nobel de Literatura el diez de diciembre en Estocolmo
a Peter Handke (que comparte con la poeta polaca Olga Tokarczuk tras el escándalo que obligó a la organización a dejarlo desierto el año anterior), Alianza Editorial, que
ya se había encargado de editar en España gran parte de la obra del escritor
austriaco, publica La ladrona de fruta o
Viaje de ida al interior del país,
novela que apareció originariamente en alemán en 2017.
Nacido
en plena Segunda Guerra Mundial en Griffen (Austria), en el seno de una familia
de origen esloveno por parte materna y marcado por las duras condiciones de la
posguerra en los países perdedores y por el suicidio de su madre, Handke inicia
su andadura como dramaturgo en los años sesenta con piezas vanguardistas que le
granjean una merecida fama de autor experimentalista. En 1966 publica su
primera novela (Los avispones) y, a
partir de ese momento, a la par que crece su prestigio como escritor y como
guionista cinematográfico, comienza su pasión por viajar. Trotamundos
incansable, ha recorrido a pie multitud de regiones del planeta, con una
especial predilección por las tierras españolas, que ha visitado en repetidas
ocasiones. Sus impresiones y reflexiones las ha volcado en libros y ensayos, en
los que también ha manifestado su compromiso social, una actitud beligerante
hacia la política ultraderechista de su país o la defensa del régimen serbio
(no exenta de polémica) durante el conflicto bélico en los Balcanes.
La ladrona de fruta es Handke en
estado puro y un claro ejemplo de su particular forma de escribir. El reciente
Premio Nobel es un autor introspectivo, una rara
avis que ha creado una obra con un estilo muy personal, en el que
predominan las reflexiones y los aforismos. Si la contemplación de la magdalena
en el inicio de Á la recherche du temps
perdu lleva al joven Marcel a iniciar un viaje hacia su interior
atravesando la región de los recuerdos, la historia narrada en La ladrona de fruta comienza “en uno de
aquellos días de pleno verano en que uno anda descalzo por la hierba y por
primera vez en el año es picado por una abeja”. La picadura del insecto es,
precisamente, el acicate que necesita el narrador para ponerse en movimiento y
para fijarse en la ladrona de fruta, Alexia, hija de la protagonista de La pérdida de imagen, una banquera que
recorrió unos años antes la Sierra de Gredos. En esta ocasión, Alexia realiza
un viaje de tres días por tierras francesas que es, también, una búsqueda
madura del verdadero yo al tiempo que Handke fija su mirada crítica y perspicaz
en los males que acechan a la Europa actual: el envejecimiento de la población
y sus consecuencias, el deterioro del medioambiente, la desestructuración
familiar y la pérdida de valores en una sociedad dominada por el culto a la
banalidad de lo efímero y lo superficial.
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